¿Quieres continuar la historia?

Nuestro libro viajero necesita un final, o dos o tres...
¡Anímate y escribe el tuyo!

Erase una vez un libro que vivía en una biblioteca y que estaba muuuuy triste porque ningún niño se lo llevaba a casa.
Un día oyó a una niña explicarle a su mamá por qué no quería cogerlo: “es un libro aburridísimo mamá, no tiene ni letras ni dibujos”.
En ese momento el libro decidió…
Ir en busca de una solución. Empezó a preguntar a todos los libros de la biblioteca qué tenían ellos que les hacía ser interesantes para los niños.
Los libros de historia, contaban las hazañas de muchísimos personajes que habían existido en otros tiempos. Los de matemáticas, tenían millones de números, de fórmulas, de figuras geométricas…. Los de animales, le enseñaron sus espléndidas fotografías: de animales exóticos, de animales minúsculos, de animales que volaban, de otros que vivían en el mar…. Cuando preguntó a los libros de aventuras, éstos le contaron un montón de historias que les pasaban a sus personajes. Cuando fue a la estantería de los libros de miedo ¡casi le da un infarto! : tenían páginas con momias, zombis, vampiros… y cantidad de monstruos.
El libro se preguntaba cómo podría conseguir ser elegido por los niños. Él era verdaderamente aburrido, sin letras, sin dibujos…
Entonces pensó que lo mejor que podía hacer era salir de la biblioteca e ir en busca de alguien que escribiera en él.
Para ello decidió viajar en busca de nuevas experiencias y amigos que le ayudaran con su problema.
Viajó hasta los Pirineos y allí conoció a un pingüino. Le preguntó:
- ¿Tú podrías ayudarme a escribir mis páginas?
- Escribir, lo que se dice escribir….no puedo porque no tengo dedos, pero puedo hacerte unas fotos preciosas en este paisaje nevado. También puedo acompañarte para que encuentres la solución a tu problema. Contestó el pingüino.
Empezaron a caminar por la nieve y, de pronto, apareció en medio de un montón de nieve la letra D ¡tan divertida, dinámica, deportista, danzarina…! Y, además, súper-amable.
Cuando se enteró del problema del libro le dijo:
- No te preocupes amigo, conozco un lugar donde podrás encontrar algunas ideas…
La letra D les llevó hasta un bosque diferente a todos los demás donde encontraron seres extraordinarios que habitaban allí. La letra D tranquilizó al libro diciéndole:
- No te asustes, son todos tus amigos.
En ese lugar vivían también otros libros, como él, olvidados: los había grandes, pequeños, que contaban historias… pero que ya no interesaban a nadie. Los seres extraños, intentaron usar sus poderes mágicos para escribir en el libro pero ¡no funcionaban! Entonces uno de ellos dijo:
- Éste es un libro muy especial, por eso nosotros no podemos escribir nada sobre él. Tiene que ser alguien capaz de contar historias maravillosas…
El pingüino añadió:
- Ya, pero ¿dónde encontramos a ese “alguien”?
La letra D dijo:
- Puede que esté en algún sitio que al libro le guste mucho.
Entonces el libro contestó:
- Yo apreciaba mucho la biblioteca, me encantaba estar allí.
El pingüino pensó en voz alta: “Pero eso está ya, muy lejos”.
Uno de los libros olvidados dio una idea: “Nosotros tenemos un medio de transporte muy rápido”. Entonces les condujeron a través del bosque, hasta que llegaron a un prado. Allí había unas enormes y extrañas águilas que llevaron al libro, a la letra D y al pingüino de vuelta a la biblioteca.
El bibliotecario les dio permiso para que se adentraran en cualquiera de los libros que había allí. Al principio, visitaron un libro que estaba lleno de letras y todas se hicieron sus amigas, pero no podían solucionar su problema. Más tarde, entraron en un libro de biografías y allí conocieron a un escritor que les preguntó:
- ¿Qué hacéis aquí? ¿A quién buscáis?
Ellos le contaron su problema:
- Estamos buscando a alguien que escriba las páginas de este libro…
El escritor les dijo: Es fácil, yo os puedo ayudar…
Todos se pusieron muy contentos, estaban muy felices pensando que habían encontrado la solución.
El autor comenzó a escribir una emocionante historia, llena de personajes, lugares maravillosos y seres realmente fantásticos. Sin embargo, no pudo acabarla porque se le terminó la tinta.
De todos modos, ellos quedaron muy agradecidos y salieron de la biografía en busca de un ilustrador que diese color a sus páginas y de alguien que pudiese acabar la historia…

FINAL 1
Entonces, se pusieron otra vez a buscar por toda la biblioteca, entre cuentos, novelas, poesías… pero no encontraron a nadie. Hasta que, ¡vieron a un señor entrando por la puerta!, todos se quedaron entusiasmados por si ese hombre sería capaz de terminar su historia o de ilustrarle algunos dibujos.
La letra D, preguntó:
-¿Quién va a ir a decirle si puede terminar tu historia, o a preguntarle si puede ilustrarte?
- Buena pregunta – dijo el libro.
Después, el pingüino contestó – Pues la verdad…No lo sé, pero puedo ir yo, ¿os parece bien?
-Sí, afirmó el libro- nos parece bien.
El pingüino estaba muy nervioso, estaba tan nervioso que ya se le había olvidado lo que tenía que decirle, entonces, se dio la vuelta y le dijo a sus amigos:
- Tengo una idea, ¿por qué no usamos las fotos que hemos hecho en los Pirineos?, le preguntó al libro.
-Eso, ¡es una idea maravillosa! Dijo el libro, -¡por qué no se nos ha ocurrido antes!
-Pero hay un problema, no tenemos impresora para imprimir las fotos, vamos a preguntarle al bibliotecario si nos pueden prestar su impresora- dijo la letra D.
Más tarde, pegaron las fotografías en el libro y le preguntaron al hombre si podía terminar la historia del libro.
El hombre contestó:
-¡Por supuesto que sí!, no soy ni escritor ni poeta ni… ¡Pero claro que puedo terminar tu historia pequeño libro! El señor se puso manos a la obra, cogió tinta y al libro y se puso a terminar su historia y así el libro, tenía letras, dibujos y lo más importante un montón de nuevos amigos.
Laura González

FINAL 2
Salir de la biografía fue fácil. Después, fueron a la estantería de los libros de historia. Detrás de un enorme tomo sobre la Edad Media encontraron un manuscrito.
Sorprendidos, comenzaron a leer. Todo coincidía: Era la continuación del libro que había comenzado el autor. Como ellos no podían copiarlo ya que no tenían dedos, decidieron buscar a alguien que les ayudase.
Tres mesas más adelante, había un hombre concentrado en su lectura que les echó una mano. Cogió su pluma y no paró de escribir hasta que llegó al final.
Agradecidos se despidieron de él. Antes de irse, el hombre les dijo que en el Monasterio de Silos podrían encontrar al monje Agustín, un magnífico dibujante que les podía ayudar con las ilustraciones.
Sin pensarlo dos veces se dirigieron hacia aquel lugar. Después de sus oraciones, el monje escuchó atentamente la historia del libro y decidió colaborar.
El resultado final fue excelente. Cada uno se fue a su casa y el libro volvió a la biblioteca.
Desde aquel día, siempre hay alguien que quiere leerlo.
Diego Tena

FINAL 3
Infiltrarse en los libros grandes, en los pequeños, en los gordos, en los flacos…
Pero encontró uno distinto a los demás. En él, su autor vivía grandes aventuras y luchaba contra los villanos más malvados. Intentaron sacarle del libro pero uno de los malos también salió y con su gran espada le cortó la mano derecha al escritor; justo la mano con la que escribía. Entonces el autor les dijo que cuando encontraran su mano tendrían que cosérsela con tela de araña del libro de “Las arañas felices”(porque era el más resistente).
Consiguieron la mano haciéndole cosquillas al malvado y mientras se partía de risa le devolvieron a su libro. Solo les faltaba la tela, así que le preguntaron al bibliotecario si sabía dónde estaba ese libro. El bibliotecario les dijo que se encontraba en la estantería de los libros de animales. También les dijo que ese libro lo cogía mucha gente.
Al ir a la estantería no lo encontraron y decidieron esperar al día siguiente. Al día siguiente…¡ESTABA ALLÍ!Y se metieron. Una vez allí dentro buscaron a las dos arañas para pedirles un poco de su tela. En cuanto les dieron la tela fueron corriendo a coserle la mano. Cuando se la cosieron el autor lo escribió y lo ilustró.
A partir de ese día, todos los niños querían cogerlo.
David Mínguez

FINAL 4
Después de buscar y buscar, encontraron una casa donde vivía un escritor. Entonces le preguntaron: - ¿Quieres inventarte un final para mí?- dijo el libro.
-¡Vale!, solo… que no tengo tinta.- dijo el escritor.
Entonces el libro, la letra D, el pingüino y el escritor se fueron a comprar tinta.
Cuando llegaron a casa, el escritor terminó la historia con un poquito de imaginación. Cuando la terminó, le preguntaron si conocía a algún pintor cercano. Él les dijo que en la calle de arriba vivía un pintor, -yo siempre le doy mis libros para que me los ilustre- dijo.
Al final, fueron a casa del pintor que le ilustró con unos dibujos estupendos. Regresó a la biblioteca despidiéndose de todos los amigos que había hecho.
Víctor Pérez


10 comentarios:

  1. Gracias por tu aportación Laura ¡Buen trabajo!

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  2. Interesante final, Diego. Gracias por tu trabajo

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    1. Tu final está muy bien Diego, es muy chulo.

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  3. ¡Fantástico final para el libro David!Muchas gracias

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    1. Me gusta mucho tu final David, mola mucho

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  4. ¡Buen trabajo Víctor!Gracias por tu aportación al libro.

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  5. Vamos chicos que nosotros podemos!!!!
    Nos quedara genial.

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  6. Que Imaginación ,nos va ha quedar chulísimo. Animo!!

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